A los peces les entra agua en los ojos
Cuando un pez nada, el agua rodea todo su cuerpo, incluyendo sus ojos. Sin embargo, esto no significa que el agua “entre” en ellos como ocurre en los humanos al sumergirnos en una piscina o en el mar. Los peces están completamente adaptados para ver bajo el agua sin molestias: su anatomía ocular, su forma de enfocar y la protección natural de sus tejidos hacen que el agua no les cause irritación ni interfiera en su visión. Para comprenderlo, es necesario conocer cómo están diseñados los ojos de los peces y qué diferencias existen con los nuestros.
Cómo están hechos los ojos de los peces
Un cristalino especial para ver bajo el agua
Los peces tienen una lente ocular mucho más esférica y densa que la de los humanos. Mientras que nuestra visión está diseñada para funcionar en el aire, el cristalino de un pez está adaptado a las propiedades ópticas del agua, que refracta la luz de manera diferente. Esta forma esférica permite mantener el enfoque nítido incluso cuando el ojo está completamente sumergido.
En lugar de cambiar la forma del cristalino para enfocar, como ocurre en las personas, muchos peces ajustan la visión moviendo esa lente hacia delante o hacia atrás dentro del ojo. Este sistema es muy eficaz en un medio acuático.
El agua no entra en el interior del ojo
Aunque los ojos de los peces están permanentemente en contacto con el agua, esta no atraviesa las capas externas del ojo ni “inunda” su interior. La córnea, la esclerótica y los tejidos externos forman una barrera que mantiene el interior del globo ocular totalmente aislado. Para los peces, el agua es un entorno normal y estable que no les provoca irritación ni molestias.
Por qué no tienen párpados
La mayoría de los peces no posee párpados como los humanos porque no los necesitan. En tierra, los párpados sirven para proteger los ojos del polvo, la deshidratación y los impactos del aire. En el agua, esos problemas no existen. El propio medio mantiene los ojos hidratados de forma natural.
Algunas especies sí tienen una membrana protectora, como tiburones o peces depredadores, que utilizan una estructura similar a un tercer párpado para proteger los ojos cuando atacan o cuando pueden recibir golpes. No obstante, esta membrana no evita el contacto con el agua, sino con impactos físicos.
Campo visual adaptado al medio acuático
Los ojos de la mayoría de los peces se encuentran a ambos lados de la cabeza, lo que les permite una visión muy amplia, útil para detectar tanto presas como depredadores. Esa posición lateral amplía el campo visual, aunque en algunos peces cazadores los ojos están más orientados hacia delante para mejorar la percepción de profundidad.
Adaptaciones especiales y otras particularidades
Peces que ven dentro y fuera del agua
Algunas especies, como los llamados peces de cuatro ojos, presentan divisiones anatómicas que les permiten ver simultáneamente en el aire y en el agua. Cada mitad del ojo está adaptada a un medio distinto, lo que muestra hasta qué punto la visión de los peces puede especializarse sin que el contacto con el agua resulte un problema.
Especies de aguas profundas o turbias
En ambientes con poca luz, turbidez o grandes profundidades, los ojos de los peces pueden ser más grandes, más sensibles o contar con estructuras especiales que aumentan la captura de luz. De nuevo, todas estas adaptaciones parten de una base común: el agua no perjudica sus ojos, sino que condiciona la forma en que deben funcionar para captar suficiente información visual.
Cuándo puede afectarles el agua
En condiciones normales, el agua no daña los ojos de un pez sano. Sin embargo, factores como contaminación química, cambios bruscos de salinidad o temperatura, sustancias irritantes o presencia de parásitos pueden perjudicar la superficie ocular. Esto no se debe al agua en sí, sino a elementos nocivos presentes en ella. En acuarios mal cuidados, por ejemplo, la mala calidad del agua puede provocar opacidades, irritaciones o infecciones oculares.
Diferencias con la visión humana
Cuando una persona abre los ojos bajo el agua, la visión se vuelve borrosa porque nuestra córnea está diseñada para funcionar en aire, no en un medio líquido. Los peces, en cambio, nacen con un sistema óptico específicamente adaptado a la refracción del agua, por lo que ven nítidamente sin necesidad de parpadear, sin lágrimas y sin protegerse del agua que entra en contacto con su superficie ocular.