Se acerca el Fin de Semana, la política, las noticias y el trabajo pueden empezar a quedarse a un lado. Si no sabes de quien vamos a hablar, agudiza tus sentidos, preparate, la exquisitez músical ha llegado
BETH GIBBONS, EL ENCANTO DE LA DISCRECIÓN
Vocalista de Portishead, Gibbons se prodiga tan poco en la vida pública como en la músical, seleccionando con mimo sus proyectos. El que llevamos a estas líneas es una escasísima pero valiosa apuesta personal por un disco en solitario que vio la luz en 2002 y que solo ha encontrado una réplica el pasado año, mediante una colaboración con la orquesta de la radio nacional polaca.
El origen instrospectivo de la artista
Nacida en la campiña inglesa de Exeter, Beth Gibbons se crió en una granja en medio de la naturaleza británica. De padre adventista, en su familia no entendían la vocación literaria y artística de la joven, que prefería escuchar discos o leer poesía a salir por las noches.
Quién sabe si este entorno rural y el carácter tímido comenzaron a fraguar la carrera musical de Gibbons, que se vio impulsada cuando abandonó el nido y conoció a su socio de Portishead, Geoff Barrow, en un curso de capacitación para emprendedores en 1991.
En el universo de Beth Gibbons se dan la mano la timidez, el talento y una cuidada selección de sus apariciones musicales. La otrora vocalista de la banda de trip-hop Portishead tan solo ha entregado dos proyectos en solitario.
Out Of Season
El que nos ocupa hoy es un trabajo junto a Rustin Man, alias de Paul Webb, bajista de Talk Talk, que fue editado allá por el 2002. Webb se encargó de la producción. Su nombre esOut Of Season y revela una delicadísima y sólida obra en la que el pop, el folk y el jazz se dan la mano bajo los múltiples registros de la enorme y versátil voz de Gibbons, que oscila entre lo aniñado, la intensidad y el divismo soul de las grandes voces negras femeninas.
Ecos de Billie Holyday o Nina Simone resuenan en un disco nostálgico, muy intenso y otoñal que da poco espacio a la alegría más allá de algún rayo de luz en las letras. Porque Gibbons musicaliza con Out Of Season el desequilibrio emocional pero sin desbordarse, sin patetismo, encauzado todo con la elegancia propia del soul más meditado y bajo los patrones formales del jazz.
Como un compendio de nanas siniestras, el disco se abre con la frágil Mysteries, un corte de lo más luminoso dentro del disco, que contrastra con la oscuridad general por la que discurre el resto de la obra.
Le sigue Tom The Model, un tiempo medio atormentado, un canto al desamor presidido por los arreglos de viento en el estribillo. Es lo más dinámico y comercial que vas a encontrar en Out Of Season.
El núcleo del disco profundiza en la introspección y la oscuridad y se abre con el tercer corte, Show, una canción minimalista con piano, bajo y violonchelo en el que la voz de la Gibbons se rompe por momentos pero, y como es constante en el disco, sin ahondar en el patetismo.
El soul se abre paso a través del cuarto tema del disco, Romance, en el que la vocalista homenajea a las grandes divas del soul por medio de una voz juguetona y aniñada. Los arreglos de viento son aquí muy elegantes y ponen el contrapunto perfecto a un ejercicio vocal exigente por parte de Gibbons.
Toda la delicadeza del disco está ejemplificada en Sand River, un derroche de sensibilidad otoñal que fluye entre la dulzura vocal de la británica y unos coros que la secundan a la perfección. El tema se cierra perfectamente en lo formal con un estribillo potente y nostálgico que, junto con el resto de elementos, cosechan uno de los cortes más perfectos del álbum.
Le sigue la inquietante Spider Monkey, un corte en el que se vislumbra algo de desequilibrio y que está recorrido por un suave riff de guitarra acústica.
Resolve es, junto con Mysteries, el tema más calmado y desnudo del disco. La voz de Gibbons se pone en modo susurro para confeccionar una nana minimalista con tintes de lamento y que tiene, como única compañía, una discreta guitarra.
Drake es el tema más solemne y elaborado del disco quizás por su naturaleza “jazzística”. Una suerte de “waltz” crepuscular, donde Gibbons despliega su lado más trágico y sensual, jalonado por arreglos de cuerda y armónica.
El álbum comienza a echar el cierre con Funny Time Of Year, quizás el tema que mejor combine esa mezcla de jazz y soul que preside todo el trabajo. Con un estribillo poderosísimo y desencajado, Gibbons vuelve a adaptar toda la flexibilidad de su voz a cada pasaje del disco, moviéndose entre el dramatismo y la contención, cuando uno y otro se hacen necesarios en cada momento.
GANAS DE MÁS
He regalado varias copias de este disco a amigos que me preguntan por el tipo de música que escucho. Y eso es porque este Out Of Season (VER DISCO)es como una prenda negra, elegante y que encaja en casi cualquier situación.
Quizás el otoño o el recogimiento doméstico sean sus entornos más naturales pero sinceramente creo que este álbum soporta perfectamente una escucha semanal sin desfallecer y en muchos casos, si os atrevéis con él, se hará un hueco en vuestro top 20 de discos.
Se trata de un derroche de elegancia y sensibilidad que no decae en ningún corte debido en gran parte a que la voz de Gibbons ejerce de anfitriona con sus múltiples registros en cada uno de los temas.
Junto con una composición delicada, unos trabajados arreglos y unos estribillos potentes, hacen de Out Of Season un disco sólido como pocos. Y sin llegar a definirlo como triste, si que tiende a momentos de introspección y reflexión e invita a abordar la vida de forma calmada y en soledad.
Genera, además, un sentimiento encontrado. Por un lado, una vez lo conoces bien, cualquiera se queda con ganas de mucho más pero en el fondo de este sentimiento, está la idea de que una hipotética segunda parte del mismo podría defraudar de no alcanzar las cotas de calidad a las que llega este magnífico Out Of Season.