Si el otro día traíamos a nuestra sección una selección de álbumes para animar el otoño, ahora toca una nueva hornada para acompañar esas cortas tardes frías y lluviosas, caseras o de paseo entre hojas caídas. Vamos a vestir nuestros oídos para ir acompasados al recogimiento de esta bella estación.
Puede que el frío y la lluvia inviten a reducir nuestra vida social, a realizar una vida más doméstica y por qué no, a escuchar más música. Si es tu caso te traemos unas nuevas recomendaciones, esta vez mucho más tranquilas, para ponerle banda sonora a este nuevo otoño en el que ya estamos.
BEACH HOUSE: “Devotion”
Bajo mi humilde opinión, el grupo más importante del indie internacional de la actualidad, junto con Deerhunter. El grupo vio la luz en Baltimore (EE.UU) en 2004 de la mano de Victoria Legrand y Alex Scally. El recibimiento por la crítica fue realmente bueno y a esto le acompañó el éxito comercial. El que te traemos a estas páginas es su segundo álbum de estudio y quizás el más profundo e intenso de todos los que han lanzado hasta la fecha. Su estilo fue bautizado como “dream pop”, a tenor de la ensoñación que impregna todos sus trabajos. Beach House ha cimentado un sonido propio con influencias de grupos como Cocteau Twins o The Velvet Underground & Nico.
Un sonido para algunos sobreproducido y näif pero ciertamente con una intensidad emocional altísima. Y es que parece que a veces hay que preparar el cuerpo para escuchar este disco ya que su sonido accede a rincones de la psicología profundos y en ocasiones, desconocidos. Su fórmula, capas y capas de sintetizadores, una voz, la de Legrand, entre densa, grave y algo desganada en plan lo-fi, guitarras etéreas y una composición sólida, que va envolviendo al oyente de menos a más. Más que un disco, un estado de ánimo.
SUFJAN STEVENS: Carrie & Lowell
Stevens hace bueno el dicho de menos es más con este excepcional disco nacido de la frustración y la rabia por la pérdida prematura de su madre. Su fallecimiento es el leit motiv de un álbum disfrutable de comienzo a fin, con guitarras acústicas muy sencillas, minimalismo compositivo y un toque de electrónica que le da un toque cósmico, sobre todo al final de algunos cortes, cuando parece que estás suspendido en mitad del espacio.
Las letras están llenas de reproches hacia su madre por haberle abandonado, pero a la vez sirven de homenaje por los buenos recuerdos que le dejó. El de Detroit nos deja una constelación de baladas envueltas en un disco donde la sencillez equivale a grandeza.
WEYES BLOOD: Titanic Rising
Este disco supone la apertura al gran público de una de las mejores cantautoras que ha dado la escena del indie-rock norteamericano en los últimos años. Provista de una voz plena y con un regristro muy completo, bajo el alias de Weyes Blood se esconde Natalie Mering, una californiana de 32 años que ha sabido combinar en este álbum el country, un toque de Enya, Dream Pop y el talento de artistas de los 70 como Joni Mitchell o The Carpenters.
Titanic Rising es un disco en términos absolutos pesimista, pero que arroja un rayo de luz en medio de la catástrofe en forma de humor. De hecho, el último corte, Nearer To Thee es un homenaje a la casi póstuma canción que tocaba la banda del barco más famoso de todos los tiempos antes de irse a pique. Mering recorre con sus letras la incertidumbre en la que nos sume el cambio climático, el capitalismo rampante o los desastres que asolan el tercer mundo. Tal y como dice uno de sus cortes, “es un tiempo salvaje para estar vivo”. Razón no le falta.
MCENROE: La distancia
No te voy a mentir, si quieres animarte no debes escuchar a este grupo vasco. Es cierto que cuentan con la elegancia musical natural propia de otros grupos norteños como Le Mans, que su música roza el preciosismo y sus letras son sencillas pero hipnóticas, que son capaces de describir lo excepcional que puede ser lo cotidiano pero hasta ahí, porque para nada son para una fiesta.
Su último trabajo, este que te traemos a nuestras líneas, dejando al margen colaboraciones, llegó en 2019. Cuatro años de espera en los que el grupo han pulido lo que ya era muy bueno y que quedó reflejado en el magnífico Rugen Las Flores.
En La Distancia, le han dado una vuelta de tuerca a la nostalgia. Letras en las que se deja entrever que lo cotidiano puede ser crudo, monótono pero también lleno de momentos mágicos como un paseo campestre con tu padre en pleno invierno, desafiando al frío y la nieve, como sucede en la sensacional Asfalto.
FLEET FOXES: Fleet Foxes
Un disco añejo y atemporal, propio de una época en la que el hombre se ganaba la vida con sus manos y su sudor, y no delante de un ordenador. El debut de los estadounidenses destila pureza y deambula entre el folk, el country, la música barroca y los sonidos sesenteros de Simon & Garfunkel.
Su música huele a cabaña, a madera y a otro tiempo y aunque hayan virado su rumbo musical actual hacia tendencias más en la línea de Coldplay como sucede con su último LP, Shore, este, su primer disco, apuesta por rendir un homenaje a la música que hacían los pioneros europeos que se dirigieron a norteamérica en busca de un futuro mejor.
ERIK SATIE: Gymnopédies & Gnossienes
De alguna forma, Satie sentó las bases del estilo New Age actual influyendo en músicos como Philip Glass o Michael Nyman. Impulsor de la música impresionista, cultivó un estilo minimalista en el que la nostalgia y la luminosidad se daban la mano como en una extraña pareja.
Su música se basa en la repetición de patrones musicales, en unas pocas notas de piano que tejen melodías sumamente emocionales y relajantes. De entre el variado elenco de álbumes disponibles, vamos a recomendarte los del sello Decca para conocer a este virtuoso músico francés de finales del siglo XIX.
ALBERTO MONTERO: Arco Mediterráneo
Estoy seguro. Alberto Montero jamás llenará estadios pero representa una joya (algo oculta) de la música española actual. Puede que su nombre no te diga nada pero después de escuchar este disco, te sentirás mucho mejor porque es como si captara los rayos del sol.
Con un estilo que no tiene ningún complejo en enclavarse en el pop español de cantautores sesenteros como Serrat, el álbum combina luz, oscuridad, letras sugerentes y toques andinos con momentos de oscuridad pero también de brillantez.
Tampoco faltan los toques medievales o barrocos con guiños a folkloristas como Joaquín Díaz. Y a la vez, los arreglos y armonías vocales tienen tintes de Beach Boys.
Un disco preciosista que con el tiempo marcará un hito en la evolución del pop español desde Nino Bravo, Juan y Junior o los Pekenikes hasta la actualidad.
JULIA HOLTER: Have You In My Wilderness
A veces a uno le gustaría saber qué demonios pasa por la cabeza de un artista para extraer de su cerebro una genialidad como esta. Este álbum son de los que aportan mucha satisfacción porque requiere sudarlo como melómano.
Al principio te vas quedando con los cortes más facilones, tras varias escuchas, comienza el entusiasmo de haber hallado un tesoro oculto en la arena. Y es que siguiendo con los símiles marinos, este disco es tan profundo como la fosa de las Marianas.
Requiere alrededor de una decena que escuchas para entenderlo, para que cale. Onírico donde los haya, Have You In My Wilderness es imposible de encuadrar dentro de un estilo pop.
Es imposible de tararear, casi no lo recuerdas cuando vas por la calle sin auriculares y no puedes echar mano de Spotify pero cuando llegas a casa y te lo pones por enésima vez, sabes que estás ante algo grande.
Casi todos los cortes dan la impresión de deambular, de no querer llegar a ningún sitio, hasta que en tu cabeza se ordenan los acordes y te das cuenta de que su intención no es la meta sino el camino. Sumamente recomendable si estás dispuesto a tener un poco de paciencia con él. Lo merece.