Cómo llorar en 10 segundos
Un buen actor debe ser capaz de transmitir emociones y hacer que cualquier estado de ánimo parezca real. ¿Alguna vez se ha preguntado cómo pueden llorar los actores durante una película? Como siempre en el cine, hay trucos para que parezca realista. Veamos cuáles son:
– Las lágrimas artificiales son gotas de glicerina que pueden introducirse en los ojos para inducir su lagrimeo de forma natural y en cuestión de segundos. El montaje de las distintas escenas en el momento en que se produzca el llanto hará el resto.
¿Cómo llorar a la orden de actuar?
Para practicar, intenta llorar mientras ves una escena de una película en la que un actor llora. Parpadear muy deprisa: a veces hace que se produzcan lágrimas. Mira fijamente a una pared en blanco el mayor tiempo posible. Cuando te empiecen a picar los ojos, ciérralos durante 5 segundos: puede ayudarte.
¿Qué utilizan en las películas para llorar?
LAGRIMAS FALSAS
Pero para todos los demás, llorar a la orden puede ser complicado. Dos valiosas herramientas vienen al rescate: el soplador de lágrimas y el bastón de lágrimas. Ambos a base de mentol, permiten inducir las lágrimas del actor de forma fácil e inmediata.
¿Cómo besan los actores?
El beso con la boca cerrada es la técnica más utilizada por los actores para besar en la pantalla. Con este método, los actores mantienen los labios bien cerrados y se besan labio con labio. Los besos con la boca abierta sin lengua también son una técnica muy utilizada por los actores.
Besos en el cine
La empatía, al hacernos comprender las emociones de la otra persona, nos permite compartir el dolor de Harry Potter por la muerte de su padrino o la alegría de Bella el día de su boda con Edward, o podemos sentir las emociones de la otra persona como si las estuviéramos experimentando nosotros mismos: ¿sabes cuando un personaje se asusta y damos un respingo?
Por otro lado, las películas que pretenden la denuncia social explotan la incomodidad que sentimos ante determinadas escenas, de modo que nos afectan profundamente: ejemplos de ello son «Nosotros los chicos del zoo de Berlín» y «Trainspotting».
A veces, las películas que atraen a más gente son aquellas en las que aparecen factores ocultos, deseos que no pueden o no quieren cumplirse en la vida: las películas con un elevado número de escenas eróticas o violentas son un ejemplo.
La forma de elegir una película también depende de nuestros gustos personales: por ejemplo, elegimos en función de los actores protagonistas, los directores y la forma de utilizar la cámara; o en función del contenido, el género (comedia, thriller, comedia romántica…) o los efectos especiales…
Actores que no saben llorar
Francamente, si voy al teatro a ver un espectáculo patrocinado por una tienda de pervertidos, una farmacia y ataúdes… no sé, ¡pero prefiero ir al cine a ver lo último de Shwarzenegger!
(volviendo) André, ¿estás loco? (mirando hacia arriba contándolos) También es el último, el… (se queda paralizado y se vuelve lentamente hacia Andrea, que baja inmediatamente la mirada. Con exasperación) …¡¡¡Qué cojones!!! (sale de nuevo. Apaga todo y vuelve con la linterna encendida en la mano)
(interrumpiéndole, bruscamente) ¡Yo tampoco quería hacerle sufrir! Pero no pude. No soy capaz, como tú, de controlarme… ¡¡¡siempre!!! …¿Soy un animal? ¿¡Una bestia!? (¡Muy bien! Para mí se trata de follar, ¿no?
En el escenario, Andrea, Marco, Giada y Debby forman un semicírculo frente al televisor. Durante la frase del orador, en la penumbra vemos que Sara y Sergio se unen a ellos y permanecen, los seis, inmóviles.
Cómo llorar sin motivo
Nunca he sido una persona social, sino todo lo contrario. Por eso he llegado a pasar algunas vergüenzas con amigos queridos que me invitaban a eventos o a estrenos de teatro y cine. Soy bastante vago. Si no estoy ocupada, suelo salir a pasear con mi hijo peludo (Pitufo), hago algunas compras y vuelvo a casa para ver series americanas, películas en versión original, leer, escribir.
En este clima de incertidumbre total, me relajo practicando TaiJi y QiGong, además de jugar para mí misma a una de las muchas «Mujeres desesperadas». ¡He descubierto que no soy capaz de fregar suelos en absoluto!