como-saber-si-mi-alimentacion-es-correcta

Cuando estamos en la búsqueda de la alimentación correcta, deseamos una solución rápida a todos los excesos que nos han hecho caer en un pozo sin salida.


Podemos hacer cambios increíbles sin salir de nuestra zona de confort. Pero cómo?
La base, es simple y llanamente desarrollar habilidades de autocontrol. Verdaderamente, el autocontrol requiere demuchísima disciplina para no volver a caer en tentaciones.
Durante un proceso de eliminación de ciertos alimentos no sanos, es importante dedicarse casi obsesivamente a dejarlos. Suena fácil la teoría para muchos, pero para otros no.
Una alimentación saludable no es elegir alternativas a corto plazo, sino mantenerse en un estilo de alimentación de por vida, para siempre.De verdad, que saber alimentarnos es todo un proceso ya que la diferencia es grande entre comer y alimentarnos.


Nuestro comportamiento frente a las comidas, son más que nada una cuestión mental. Es decir, que generalmente al comer le damos gusto al paladar, sin acordarnos en ese instante que la alimentación saludable consiste más en nutrir nuestro cuerpo que el placer de comer muchas veces lo que no necesitamos y que la industria de estos tiempos nos ha hecho creer que es lo más sano.
Podemos encontrar un producto que nada más con que leamos en su etiqueta“détox” “natural”,“sin azúcar”, “ricos en vitaminas”, “ligth” “glutenfree”,“ideal para la lonchera”, “sin grasas”, y muchos otros términos, inmediatamente lo compramos. Lamentablemente, es una información casi siempre equivocada,creando lo que ahora se le llama publicidad engañosa. Un alimento puede ser que sí, que no tenga azúcar, pero si leemos el resto de los componentes, nos encontraremos con un sinfín de cosas rarasque han reemplazado a dicha azúcar. Esta es una forma desleal que nos ofrecen ciertas industrias, con una intensión confusa, más que todo en los comestibles novedosos que van dirigido a nuestros niños.Ah.. y hay otra cosa. Los productos “especiales” elevan los costos del mismo, porque son “especiales”, pero nada más lejos de la realidad. En este sentido, yo me pregunto, si hay regulaciones en cada país, en cada sitio, no podríamos combatirlo? La respuesta es no. La industria es poderosa. El único objetivo de ciertos fabricantes es casi siempre ganar dinero a costa nuestra sin importar la salud de ninguna persona.


En otro punto, nuestra alimentación incluye la parte emocional. Algunas ocasiones comemos por ansiedad, no por hambre. De esta manera, estamos rompiendo una necesidad, creando un desequilibrio en nuestra conciencia. Nuestro cerebro está gobernado por ideas hambre-ansiedad, y que solo nos aliviamos al saciar ese deseo de comer cualquier cosa que nos encontremos por ahí. Debemos tomar conciencia de que esa ansiedad es un estímulo que nos invade la mente y hace que caigamos en un consumo de alimentos inapropiados. Nadie con ansiedad dice “comeré un brócoli” para calmarme. No, sencillamente no es así.


También las malas costumbres, nos crean un desbalance emocional donde sin darnos cuenta, comemos mucho más de lo normal. Por ejemplo, al comer frente al televisor, frente a un ordenador, sin poner a trabajar al sentido del gusto. Otra manera de comer sin darnos cuenta, es cuando se come a la velocidad porque tenemos que volver al trabajo, o porque ya se despierta el bebé, o por muchas otras responsabilidades. Obviamente, nuestra atención está puesta en esas responsabilidades y no en nutrir nuestro cuerpo.


La mala alimentación siempre estará ligada a la mala salud. No dejemos que sea tarde, actuemos desde ya. Y no se trata de comer solo lechugas. No. Existe un mundo entero de alimentos sanos, con una variedad inmensa para elevar nuestro equilibrio y saber combinar bien cada día los alimentos. De esta manera, a la larga, vamos a crear un efecto multiplicador en toda la familia. Si las personas de nuestro alrededor ven alimentarnos correctamente, seguro luego lo harán igual porque estarán viendo nuestros cambios, nuestra energía y más que todo la felicidad ya que estar sanos es estar felices.


Si bien es cierto, los alimentos son nuestro combustible como lo son el aire y el agua, dependemos de ellos para sentir energía y vitalidad. La historia cuenta que en la antigüedad, donde no eran tiempos de abundancia de alimentos, para conseguirlos se hacían largas caminatas, desplazándose muy lejos para conseguirlos, y donde además se comía solo por sentir hambre. Actualmente, evolucionando en todos los sentidos, fuimos industrializándonos hasta llegar a un punto en que buscamos el supermercado más cerca, (si acaso ya no lo hemos ordenado “on line” a domicilio). Y así de esta manera fueron cambiando nuestros comportamientos sin movernos tan lejos, comprando lo que nos dicen y comiendo lo que encontremos al abrir nuestra nevera.
Son las consecuencias de la “vida moderna” y de los expertos en mercadeo que hace rato ya analizaron nuestro comportamiento.