Universal y más antigua que la palabra, la música puede curar. El potencial terapéutico del sonido ya era conocido por Platón y Aristóteles: el dios Apolo era la deidad de la música y la medicina.
Sin embargo, sólo recientemente, con la necesidad de encontrar enfoques terapéuticos alternativos a los fármacos, especialmente para las enfermedades neurológicas y psiquiátricas, la medicina oficial se ha interesado más por la música. Aunque los estudios científicos sobre musicoterapia van en aumento, la tecnología también tiene un papel que desempeñar en la búsqueda de sonidos terapéuticos. Se están probando algoritmos capaces de emitir sonidos para tratar condiciones físicas específicas, desde el estrés hasta la demencia o el dolor. He aquí por qué podrían funcionar.
La música es un lenguaje universal
La música impregna la vida social de forma similar en todo el mundo: las nanas, las canciones de amor o las que animan a la guerra tienen características comunes en todas las culturas. En resumen, la cultura humana está construida sobre bloques psicológicos comunes en todo el mundo, que se traducen en una especie de gramática musical. La música es la primera forma de lenguaje, ya que es el protolenguaje de una lengua universal que se origina en el canto.
Desde un punto de vista evolutivo, la capacidad de cantar precede, por tanto, a la capacidad de hablar articulando fonemas. La música es original y su universalidad no puede separarse de la referencia a ese ritmo primordial o proto-sonido que el ser humano percibe en el periodo prenatal.
La música es esencialmente ritmo y cadencia y, como tal, está anclada en lo más profundo del ser humano y es, por tanto, también muy subjetiva. En algunos estudios de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional, se ha observado que el cerebro de un recién nacido ya está especializado en la codificación de sonidos musicales consonantes.
La música es un placer: depende de la dopamina
Se ha reconstruido el extraordinario viaje que realiza la música a través del sistema nervioso mediante técnicas de neuroimagen.
Desde el oído, las notas llegan al hipocampo, sede de la memoria y el recuerdo.
En este nivel, las vibraciones musicales, ya transformadas de energía mecánica en energía eléctrica, se traducen en moléculas, es decir, en complejos mensajes químicos que llegan a la corteza frontal a través de las neuronas, donde se almacena la información musical previamente almacenada.
Varios estudios han demostrado que escuchar una canción, a nivel neurofisiológico, provoca la liberación de dopamina, el neurotransmisor responsable de la sensación de placer, que se manifiesta mediante un mecanismo de recompensa que consta de dos fases:
En la primera fase, la anterior a la escucha, predomina la actividad de las neuronas del núcleo caudado (parte del cuerpo estriado que participa en los mecanismos de recompensa y en el control del movimiento);
En la segunda fase, la respuesta emocional provocada por la escucha se debe a la activación de las células del núcleo accumbens, implicadas en las sensaciones de placer y estimuladas por las drogas eufóricas, el sexo, la comida y, por supuesto, la música.
Este principio explica por qué ciertas piezas musicales desencadenan emociones particulares en algunas personas y no en otras, y por qué el canto, como una canción de cuna, puede relajar o promover el despertar emocional o la calma.
La música como medicina y terapia
Los resultados de los estudios científicos, que se llevan a cabo desde hace más de cincuenta años, avalan el papel que puede desempeñar la música, gracias a su componente rítmico y de sincronización, en el tratamiento de ciertos trastornos del lenguaje como la dislexia, pero también en la rehabilitación de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson.
La simple escucha de música puede utilizarse con fines médicos (medicina musical), pero no debe confundirse con la musicoterapia.
En el primer caso, la escucha de algunas músicas puede hacerse en casa, no requiere la presencia de un terapeuta y está muy influenciada por aspectos culturales y gustos personales. La musicoterapia, en cambio, se basa en la relación entre el terapeuta y el paciente y en la intervención activa de ambos, también mediante el uso de instrumentos musicales sencillos (normalmente de percusión).
Existen numerosas patologías en las que la musicoterapia puede desempeñar un papel. Todo depende del objetivo. La música, o mejor dicho, algunos componentes musicales, pueden mejorar aspectos relacionales, funciones ejecutivas, memoria y atención, coordinación motora, estrés, capacidad de predecir y anticipar las acciones de los demás o la capacidad de utilizar instrumentos, además de actuar sobre la conectividad entre áreas dañadas.
Lo que la música puede curar. Pruebas científicas
Los ensayos controlados aleatorios ya han registrado los efectos de la escucha de música en diversas patologías, especialmente en el ámbito neurológico, desde la demencia hasta la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), desde la fibromialgia hasta el Parkinson, desde la depresión hasta el autismo, pasando por los resultados de los accidentes cerebrovasculares, los trastornos emocionales (ansiedad y depresión) y la percepción del dolor.
La eficacia de la música para reducir la ansiedad, aliviar el dolor postoperatorio y mejorar la recuperación general.
En pacientes con cáncer, la música mejora la calidad de vida al reducir la ansiedad, la fatiga y el uso de analgésicos.
En cuanto a los trastornos relacionales, como el autismo, musicoterapia, además de mejorar la calidad de la relación entre padres e hijos, tiene efectos positivos en las habilidades emocionales, sociales, interactivas y de comunicación no verbal.
Por lo tanto, la musicoterapia, si quiere destinar la música a un objetivo terapéutico específico, pretende simplificar el sonido, reducir los parámetros musicales e identificar los que son adecuados para el propósito. En esto, la tecnología y la inteligencia artificial están en el centro de la música algorítmica, una especie de revolución que ya está en marcha.
¿Cuándo se convierte en terapéutico escuchar música?
La música influye en el desarrollo del cerebro a varios niveles, tanto cortical como subcortical, es decir, en los aspectos cognitivos y emocionales. Sin embargo, es importante entender cómo interpretar el término música y a quién puede dirigirse como una intervención potencialmente terapéutica.
No toda la música es buena para todo y para todos. Hay peculiaridades que actúan con mayor eficacia cuando se utilizan en el contexto de ciertas técnicas y en condiciones patológicas particulares. La ciencia circunscribe mucho el ámbito de uso.
Resulta especialmente interesante el impacto del sonido en los déficits de comunicación relacional, como el autismo. La persona se desarrolla a través de una buena comunicación. El bebé desarrolla su forma de comunicación a través de la capacidad innata de la persona para relacionarse con el sonido. La madre es perfectamente capaz de entender la entonación vocal del recién nacido y atribuirle un significado. El niño, por su parte, entiende por la entonación de la madre si está bromeando o regañando. El sonido forma parte del sistema de comunicación primitivo; es la base de nuestra comunicación y desarrollo.
¿Qué condiciones y patologías pueden beneficiarse de la musicoterapia?
Escuchar música es bueno en general, pero no podemos referirla a patologías específicas a menos que esté dentro de las técnicas musicales que se utilizan en la terapia. No es sólo la escucha, sino la interacción musical lo que marca la diferencia. La neurociencia nos dice que la música familiar y predecible es potencialmente más efectiva que otra música, por lo que existe una relación subjetiva.
En general, hay que pensar que cuanto más graves e incapacitantes son las patologías, menos poder curativo tiene la música. Sin embargo, las enfermedades neurológicas como el ictus, el Parkinson o la demencia pueden beneficiarse de la musicoterapia.
Hay estudios que documentan la utilidad de la música en algunos aspectos cognitivos del ictus y en la rehabilitación de problemas motores. En general, influye en el desarrollo del individuo.
En los niños, es útil en presencia de trastornos del aprendizaje o autismo. Las técnicas de intervención, como la musicoterapia neurológica, actúan a nivel cognitivo, motor y sensorial.