Manic Street Preachers, entre el activismo musical y el misterio

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Querían vender 16 millones de discos de su primer álbum, Generation Terrorists, emprender una gira, dar unos cuantos conciertos en un atestado Wembley y retirarse. Pero este afán lafarguista se esfumó cuando su primer larga duración no obtuvo las cifras esperadas, que aun siendo buenas, no se pudieron estirar lo suficiente para que los galeses se tiraran a la bartola. Pero el destino les deparaba otra sorpresa que marcó psicológica y musicalmente al grupo.

MANIC STREET PREACHERS: EL ORIGEN Y EL MISTERIO


La historia del rock es la historia del pathos, artistas ahogados en vomitonas, sobredosis, divorcios, peleas, líos de faldas, separaciones, rupturas, habitaciones de hotel destrozadas y peleas entre miembros de un mismo grupo.
El éxito, sí, la fama, también, pero asimismo, la muerte, no ha sido ajena a una historia en muchas ocasiones presidida por los excesos lisérgicos, alcohólicos, bajo la premisa de dejar un bonito y joven cadáver. La excepción la pondría Keith Richards, superviviente a todo, nivel Esperanza Aguirre.
La historia de Manic Street Preachers arranca en la localidad galesa de Blackwood en 1986. Allí se alumbraría la formación inicial integrada por cuatro compañeros de instituto y con el nombre de Betty Blue, en honor al largometraje del mismo nombre.
James Dean Bradfield (guitarra y voz principal), Sean Moore (batería), Nicky Wire (guitarra rítmica) y Miles Woodward (bajista) emprendieron la singladura original del grupo en un contexto de lucha social y activismo músico-político con unas letras que nadaban entre la lucha de clases, la filosofía y la inteligente ironía. Eran los años más duros del thatcherismo y los Manic no iban a permanecer callados.

La prensa musical clasificó el sonido de los Manic dentro del punk quizás sugestionados por el momento y el contexto cultural, pero no es así. Visto con perspectiva y salvando las distancias, estaban más cerca de Bon Jovi, Def Lepard o Scorpions que de los Sex Pistols.


Woodward abandonó la formación por considerar que estaban traicionando al espíritu punk de la banda, lo que propició la llegada de nuestro protagonista, Richey James Edwards.
Su carisma le convirtió en el alma del grupo y sus composiciones copaban la mayor parte de las letras de las canciones. Su influencia llegó hasta el álbum Everything Must Go (1996), el cuarto, y que supone la transición hacia un sonido más melódico y reposado. Y todo a pesar de que técnicamente era un pésimo guitarrista y en los directos se limitaba a poco más que poses. Pero eso nunca importó al resto de miembros, que consideraban que el talento y el valor añadido de James sumaban y concedían una impronta distinta y reconocible a los Manic.
Decimos que sus letras“llegaron” porque el 1 de febrero de 1995 James desapareció de la faz de la tierra en extrañas circunstancias. Faltaba tan solo un día para que los Manic iniciaran la gira americana. James dejó la habitación que compartía con James Dean Bradfield horas antes de coger el vuelo, deambuló en taxi por Inglaterra sin rumbo fijo, y finalizó su trayecto en la estación de Severn View. Dos semanas después apareció su coche en su Cardiff natal con una multa de tráfico. La denuncia, por abandono, estaba ubicada en la mecionada estación de servicio.
James, a pesar de sus tendencias alcohólicas, depresivas y anoréxicas nunca flirteó con el suicidio. Los llamamientos de su familia para que volviera, el detective privado contratado por el manager de la banda y la colaboración ciudadana, que unas veces le ubicaba en Polonia, otras en Berlín e incluso en las Islas Canarias o la India, no sirvieron para nada.
Pero tampoco se encontró su cadáver y legalmente fue declarado presuntamente muerto en 2008. Este hecho marcó al grupo, que guardó la cuarta parte de los royalties para el miembro “separado” e incluso en los conciertos se ponía un cuarto micrófono sobre el escenario “por si a Richey le daba por volver”.

Si todavía no les conoces puedes visitar su canal de youtube

LA PRIMERA ETAPA: EL ROCK

La prensa musical clasificó el sonido de los Manic dentro del punk quizás sugestionados por el momento y el contexto cultural, pero no es así. Visto con perspectiva y salvando las distancias, estaban más cerca de Bon Jovi, Def Lepard o Scorpions que de los Sex Pistols.
Su primer larga duración, GenerationTerrorists (1992), es el más visceral de todos, con guitarras contundentes, y como siempre, mucha política, de hecho no era extraño que en sus conciertos apareciera para decir unas palabras, el líder socialdemócrata de turno.
Su segundo disco, Gold Against The Soul (1993), sigue la línea del primero pero con estructuras menos estridentes y más dulcificadas. El viraje hacia el pop había comenzado con singlescomo “From Despair To Where”
The Holy Bible (1994) sirve de transición hacia el pop aunque todavía conserva cierta energía de los primeros con temas como Faster, en el que los estribillos coreables marcaban la seña de identidad. Fue un fracaso en ventas a pesar del aval de la crítica. Un disco más oscuro que el anterior que quizás no fue entendido por el gran público.

LA ERA POST JAMES

Del shock de la pérdida de Richey James Edwards surgió Everything Must Go (1996), un disco magno, aun más existencial y en el que el grupo asumió de una forma muy natural la lógica madurez que todos experimentamos con el transcurso de los años. Y esa evolución se plasma en medios tiempos densos, intensos, que se han convertido en himnos de los 90. Esa nostalgia por la pérdida del alma del grupo exudó rabia contenida, como en el tema que da nombre al disco o momentos de una sensibilidad desbordada como en Small Black Flowers That Grow In The Sky, una canción desnuda en la que la voz atenuada de Bradfield y el arpa conforman un tandem solvente.
Con cinco temas en los que todavía James aparece como co-letrista, el disco supone una evolución hacia melodías más sofisticadas y refinadas, ya lejos de los guitarrazos de los hormonales comienzos. A Design For Life supone la consolidación de los Manic como creadores de himnos, en este caso adoptado por la clase trabajadora y que conserva ciertos paralelismos con That´s Entertainment de The Jam. Este single aupó a los galeses al número dos de las listas, codeándose con bandas como Oasis.
El viento soplaba a favor con un momento dulce para el rock inglés alimentado por la prensa musical del país y en el que los efectos colaterales de la guerra Blur vs Oasis devolvieron al Brit Pop a los gloriosos tiempos de la invasión británica. Los Manic siguieron la estela de los Gallagher, Albarny compañía, siendo uno de los grupos destacados de la llamada New Wave de la New Wave.
En 1998 aparece This Is My Truth Tell My Yours, que mantiene el nivel del anterior con la misma densidad y consolida la madurez tranquila de un grupo al que ya no avergonzaba componer melodías emocionales pero que mantenían la tensión combativa en lo reivindicativo y en lo polítco. De hecho, España es protagonista en parte de este álbum con menciones a la guerra civil en If You Tolerate This Then Your Children Will Be Next.
En 2001 se convirtieron en la primera banda occidental en tocar en la Cuba de Fidel Castro. Ese mismo año se lanza Know Your Enemy, sexto álbum de estudio de la banda que cabalga entre la aridez de los primeros años y la nueva era de pop tranquilo de finales de los 90.
En 2004 aparece Lifeblood. En él la banda apostó por un album reposado, otorgando mayor importancia a las melodías. Obtuvo resultados discretos llegando al número 13 de las listas. Supone una estandarización del grupo en patrones muy manidos del pop lo cual no obsta para que arroje singles delicados como I Live To Fall Asleep. Con este giro es posible que la banda perdiera sus señas de identidad aunque la calidad del disco es incuestionable.
Tres años después llegó Send Away The Tigers, junto con el anuncio de una gira y la colaboración de Nina Persson, vocalista de The Cardigans. Internet, donde estaba disponible la descarga del single Underdogs, fue un respaldo a un album que caló bien en las listas de ventas llegando al número 2, solo superado por Arctic Monkeys. Se trata de unos de los discos más comerciales de la banda, muy bien dirigido a los gustos del gran público.
2009 acogió la llegada de Journal For Plague Lovers, cuyas letras pertenecen íntegramente al desaparecido Richey James Edwards. Con respecto al anterior, gana en aridez y agresividad en las guitarras. En él se combinan los orígenes rockeros de la banda con su evolución posterior a las aguas más tranquilas del pop.
Solo un año después se lanza Postcards From A Young Men cuya portada estaba protagonizada por el actor Tim Roth. En él destaca el single que da nombre al disco, un medio tiempo con un potente y pegadizo estribillo.
En 2013 se publica Rewind The Film. En el single del mismo nombre, lo más destacado del disco, se cuenta con la voz de Richard Hawley en un tema que combina el “croonerismo sesentero” del ex de Pulp con la potencia en los estribillos típica de los galeses.
Futurology (2014) y Resistance Is Futile (2018) cierran la discografía de los Manic. Dos álbumes que nadan en tierra de nadie con temas que no saben adónde ir y que se convierten en una parodia de lo que fueron ellos mismos. Los Manic intentan sonar a sí mismos en sus mejores años pero no lo consiguen.

UN RINCÓN EN EL OLIMPO DE LA MÚSICA

Manic Street Preachers no han cometido más errores ni han deambulado por derroteros peores que los que han recorrido otras bandas. Crear un sonido reconocible es la tarea más difícil en el mundo de la música y ellos lo han hecho. Un ejercicio alquímico sumamente complejo y que viene a consistir en que en unos pocos segundos, el sonido de un grupo sea reconocible. Es algo solo reservado a los más grandes. La banda ha seguido la lógica evolutiva del negocio musical, arrancando con los fuegos guitarreros y hormonales de la juventud y evolucionando hacia pasajes más sosegados y preciosistas en el que la melodía se elevaba por encima de la contundencia. El nivel general de su discografía raya alto pero hay ocasiones en los que una separación temporal hubiera servido para reinventarse.

En un juego adivinatorio cabría pensar que hubiese sido del grupo si al bueno de Richey James Edwards no le hubiese dado por desaparecer. Pero en la vida real, los ejercicios de futuribles se agotan en la mente de cada persona y para bien o para mal, no trascienden alterando la realidad.
El grupo atesoraba el suficiente talento para sobrevivir con tal importante baja y así lo ha demostrado durante tantos años. En su balance positivo, el haber sabido evolucionar a un sonido propio que, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, no anclaba sus raíces en totems tan manidos como los Beatles, los Rolling o los Kinks. En el debe, una excesiva fertilidad que ahogó su motor, sobre todo en su historia más reciente.