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El neorrealismo en el cine italiano: De Visconti a Fellini

Por La Tribuna
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El neorrealismo en el cine italiano de visconti a fellini

Orígenes, contexto histórico y características del Neorrealismo italiano en el cine

El Neorrealismo italiano surgió entre 1943 y los primeros años cincuenta, en una Italia devastada por la Segunda Guerra Mundial y por el colapso del régimen fascista. Este contexto social, político y económico impulsó una nueva forma de entender el cine: una mirada directa, cruda y honesta a la realidad cotidiana de un país empobrecido que intentaba reconstruirse.

Frente a las producciones de estudio y al cine escapista de las comedias de teléfono blanco, los directores neorrealistas apostaron por mostrar la vida de quienes habían sido ignorados por el cine tradicional: obreros, campesinos, desempleados, mujeres solas, niños de la calle y familias que luchaban por subsistir. El objetivo no era idealizar la sociedad, sino documentarla desde dentro, con autenticidad y sin adornos.

Las características esenciales del Neorrealismo italiano se repiten en sus obras más representativas:

  • Rodaje en exteriores y uso de escenarios reales, desde barrios humildes hasta pueblos pesqueros y ciudades destruidas por la guerra.
  • Actores no profesionales combinados con intérpretes conocidos, aportando naturalidad y verosimilitud.
  • Historias basadas en problemas reales: pobreza, desigualdad, explotación laboral, posguerra, pérdida y búsqueda de dignidad.
  • Estética austera, iluminación natural y una cámara cercana a la observación documental.
  • Estructuras narrativas abiertas y, en ocasiones, finales amargos o inconclusos.
  • Un marcado compromiso social, que mostraba la dureza de la vida en Italia sin artificios.

Se considera que la primera gran obra del movimiento fue “Ossessione” (1943) de Luchino Visconti, revolucionaria por su representación de la pasión, la marginalidad y la violencia cotidiana. El movimiento alcanzó reconocimiento mundial con “Roma, ciudad abierta” (1945) de Roberto Rossellini, filmada en plena ocupación nazi y convertida en símbolo universal de resistencia y renovación cinematográfica.

Durante la segunda mitad de los años cuarenta, el Neorrealismo vivió su mayor esplendor con obras como:

  • “Sciuscià” (El limpiabotas, 1946) y “Ladri di biciclette” (Ladrón de bicicletas, 1948) de Vittorio De Sica, centradas en la infancia abandonada y en la precariedad laboral.
  • “La terra trema” (La tierra tiembla, 1948) de Visconti, con pescadores sicilianos como protagonistas reales.
  • “Paisà” (1946) y “Alemania, año cero” (1948) de Rossellini, que retratan el impacto humano de la guerra.

El teórico y guionista Cesare Zavattini desempeñó un papel decisivo al defender que el cine debía centrarse en lo cotidiano y en los conflictos morales de la gente común. Su visión humanista moldeó gran parte de la esencia del movimiento.

El Neorrealismo se convirtió así en un punto de inflexión para el cine mundial, influyendo en movimientos como la Nouvelle Vague francesa, el Cinema Novo brasileño y los nuevos cines de Europa y América Latina, que asumieron su apuesta por la realidad social y el protagonismo de la gente corriente.

De Visconti a Fellini: desarrollo del movimiento, transformaciones y legado

Aunque el Neorrealismo suele identificarse con un grupo reducido de directores, su evolución fue rápida y diversa. Cada autor aportó un estilo propio y, al mismo tiempo, abrió vías hacia nuevas formas de expresión cinematográfica.

Luchino Visconti aportó una mirada profundamente social y estética. En “Ossessione”, rompió con los modelos narrativos oficiales de la época, mientras que en “La terra trema” llevó el movimiento a una dimensión casi antropológica al filmar en dialecto local y trabajar con pescadores reales. Su cine posterior evolucionó hacia narrativas históricas y melodramas de mayor producción, pero sin perder su sensibilidad hacia las diferencias de clase.

Roberto Rossellini fue el corazón moral del Neorrealismo. “Roma, ciudad abierta” marcó un antes y un después por su crudeza y autenticidad. En “Paisà” y “Alemania, año cero”, Rossellini mostró la guerra desde múltiples perspectivas humanas, con especial atención al sufrimiento, la desorientación y el colapso emocional de un continente devastado. Posteriormente, su cine exploró crisis existenciales e íntimas, manteniendo siempre un interés por la verdad emocional.

Vittorio De Sica, junto a Zavattini, desarrolló un Neorrealismo más humanista y emocional. En “Ladrón de bicicletas”, retrató la desesperación de un padre que necesita su bicicleta para trabajar; en “Umberto D.” (1952), narró con delicadeza la soledad de un pensionista marginado, considerada una de las obras maestras del cine social.

El movimiento también se enriqueció con directores como Giuseppe De Santis, que incorporó elementos de melodrama y crítica social en obras como “Arroz amargo”, o Alberto Lattuada y Luigi Zampa, que ampliaron las temáticas y enfoques.

A comienzos de los años cincuenta, Italia experimentaba cambios profundos: crecimiento económico, transformación urbana y deseo de nuevas formas de entretenimiento. Esto provocó una crisis dentro del Neorrealismo, que dejó de ser apoyado por la industria y comenzó a perder fuerza comercial. No desapareció de golpe, pero sí se transformó.

Es precisamente en esta etapa donde destaca la figura de Federico Fellini. Sus inicios en el cine estuvieron vinculados al espíritu neorrealista, especialmente en sus colaboraciones con Rossellini y en películas como “La strada” o “Las noches de Cabiria”, donde aún se perciben temas como la marginalidad, la compasión y la lucha por la dignidad. Sin embargo, Fellini comenzó pronto a desarrollar un estilo propio: más simbólico, más introspectivo y más imaginativo, alejándose del documentalismo social para crear un universo personal lleno de sueños, recuerdos y emociones.

Directores como Michelangelo Antonioni y Pier Paolo Pasolini también heredaron elementos del Neorrealismo, llevándolos hacia nuevos territorios: Antonioni hacia la incomunicación de la clase media y Pasolini hacia un realismo poético centrado en los suburbios y en los marginados.

El Neorrealismo no fue solo un movimiento cinematográfico, sino un cambio de paradigma. De Visconti a Fellini, pasando por Rossellini y De Sica, sentó las bases del cine moderno y definió una nueva forma de observar lo humano: sin artificios, sin falsas idealizaciones y con un profundo respeto por la verdad de las personas y sus conflictos.

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