Tiburón de Steven Spielberg
La Novela de Peter Benchely
Esta fué la primera novela del escritor Peter Benchley. El título original, «Jaws» (Mandíbulas) no lo decidió hasta que el libro ya se había entregado a la editorial.
Entre otros títulos, Benchely barajaba los siguientes: «Leviathan rising» («El despertar del monstruo») o «The Jaws of Death» («Las fauces de la Muerte»). Se dice que en 1964 Peter Benchley leyó una noticia de que un pescador había capturado un tiburón blanco de dos toneladas en la costa de Long Island. Pensó en escribir una novela sobre el tema. Tardó diez años en hacerlo, hasta que se le ocurrió el argumento durante un momento de depresión, sentado frente a la playa. A su mujer nunca le gustó la idea y le propuso que cambiara el argumento. Cuando la novela apareció publicada en 1974, su autor, que falleció en 2006, no pensó tampoco que fuera a ser un éxito. «Era una primera novela escrita sobre un pez, así que ¿a quién demonios le iba a importar?», llegó a decir Benchely. Tiburón se une a la larguísima lista de novelas que arrasaron en ventas y en las que no creía ni su propio autor. Los productores Richard D. Zanuck y David Brown pagaron 175.000 dólares por los derechos cinematográficos de la novela antes de que fuera publicada, lo que ayudó mucho a que las ventas fueran un éxito a partir de su lanzamiento en febrero de 1974 y a que permaneciera en la lista de los libros más vendidos durante 44 semanas seguidas. Con el tiempo Brown reconoció que si la hubiera releído se habría dado cuenta de lo difícil que sería llevarla a la gran pantalla. Aunque su influencia en la novela y en los personajes es mínima, también se recoge cierta conexión con Samuel Taylor Coleridge y su famosa Balada del viejo marinero, sobre todo en lo referente a la concepción del océano como un lugar legendario y a la vez aterrador, donde casi todo puede ocurrir.
Moby Dick. La otra gran Película
Moby Dick es una clara predecesora de la obra de Brenchley, ya que cuenta con un leviatán asesino (un cachalote) y por presentar a los lectores una serie de personajes que han influido en los protagonistas de Tiburón, sobre todo en la figura de ese endurecido y cínico pescador y aventurero llamado Quint. Moby Dick presenta además un capítulo, el 65, titulado Matanza de tiburones, que influye directamente en un pasaje de la novela de Benchley, Herman Melville explica lo que puede ocurrir tras la captura de un cachalote: «se congregan en torno al cadáver sujeto de tales enjambres de tiburones que si se le dejara así, digamos, durante seis horas seguidas, por la mañana no se encontrarían más que el esqueleto de la ballena […]. En el caso de los tiburones del Pequod no sucedió de este modo, aunque cualquiera que, poco acostumbrado a estos espectáculos, hubiera mirado aquella noche por encima de la borda, hubiera podido considerar el mar como un gran queso y aquellos animales pululantes los gusanos del mismo. Los dos marineros se entregaron a una continuada matanza de tiburones con sus arpones balleneros, al clavarles en el cráneo profundamente la hoja acerada. Dicho punto, al parecer, es el único vulnerable. Pero entre la espuma confusa que producían los animales al luchar, no siempre acertaban estos a golpearles en el sitio adecuado, y ello producía nuevas muestras de la increíble ferocidad de aquellos depredadores. Mordían traidoramente no sólo las entrañas de sus semejantes despanzurrados sino que, doblándose como arcos flexibles, se mordían las propias, y así, parecía que se las tragaban indefinidamente, cada vez que les salían por la herida del vientre».
La Película
El productor de la película, David Brown supo de la existencia de esta novela a través de las páginas de la famosa revista femenina Cosmopolitan, de la que su mujer era editora por aquel entonces.
El guion era una de las partes más débiles de la película. La idea estaba bien, pero el argumento no acababa de funcionar, los personajes no eran creíbles… Consciente de ello, Spielberg llamó al cineasta John Byrum, recién llegado a Los Ángeles, para que lo reescribiera. Cuando llegó al despacho del joven director, Byrum se encontró a Spielberg, a sus 27 años de edad, divirtiéndose sentando en el suelo con un helicóptero de plástico que funcionaba a pilas. Mientras hablaban, Spielberg le dijo que necesitaba escuchar su música favorita para poder pensar y entonces puso en el tocadiscos una de las bandas sonoras de James Bond 007. Byrum huyó horrorizado de aquella escena con la mejor excusa que se le ocurrió en aquel momento. Los productores, preocupados por el guion, contrataron al dramaturgo Howard Sackler, autor de La gran esperanza blanca, quien pidió como favor personal no constar en los créditos. Le daba vergüenza ajena. Sackler solucionó gran parte de los problemas narrativos, pero no fue ni mucho menos el único que participó en la articulación de la trama. Posteriormente se sumó el cómico Carl Gottlieb. Spielberg le conocía personalmente y confiaba en el criterio de su amigo. Quería su vis humorística, algo de alegría para la película. Le mandó el guion con una indicación: «Destrípalo muchacho». Gottlieb le respondió con tres páginas de recomendaciones para hacer la película menos tétrica. A Spielberg le encantaron sus sugerencias y le pidió que se sumara al proyecto como actor, que eligiera un personaje a su gusto, dicho personaje sería “Meadows”. Cuando Benchley le conoció en persona, dijo de él que era una bendición. Aun así, ni con su contratación el guion estuvo completamente terminado.
Se da la circunstancia de que en la película, el autor de Tiburón, Peter Benchley hace un cameo en el papel de un periodista, un reportero en la playa.
Los productores Richard D. Zanuck y Brown ya habían trabajado con Steven Spielberg en la película Loca Evasión (1974), y por eso le contrataron para llevar adelante la realización del proyecto.
Pero antes, tuvieron en su lista de posibles realizadores a John Sturges, que había dirigido La Gran Evasión y a Dick Richards, director de Adiós Muñeca. Cuando Spielberg se ofreció a los productores, el proyecto ya estaba en las manos del menos conocido Dick Richards. Lo que convenció a Zanuck y Brown para contratar a Spielberg fue que Richards, en la descripción de la primera secuencia, confundió ballena con tiburón. A Benchley esto le irritó. Y volvieron los ojos hacia el joven director.
Los Protagonistas de la Película
Peter Benchley -autor de la novela- quería nada menos que a Robet Redford, Paul Newman y Steve McQueen para encarnar al trío protagonista.
Pero Steven Spielberg quería a Lee Marvin para el papel de Quint, a Robert Duvall como el Sheriff Martin Brody y para interpretar a Matt Hooper barajó por éste órden los nombres de Jon Voight, Timothy Bottoms o Jeff Bridges. Sucedió que el mismísimo Charlton Heston se ofreció para encarnar a Quint , pero los productores no querían que ningún actor fuese la estrella de la película , ya que para ellos el protagonista absoluto de la historia debía ser el pez, es decir, ni más ni menos que el tiburón.
Curiosamente a diez días de iniciar el rodaje faltaban los actores de los personajes principales Quint y Hopper. Para el papel de Quint se había pensado en Lee Marvin, pero el famoso actor estaba de vacaciones y no quiso interrumpirlas. Sterling Hayden, célebre protagonista de películas míticas como Johnny Guitar o Atraco Perfecto era la opción preferida de los productores para interpretar a Quint, pero fueron los problemas de impuestos del afamado actor con el Fisco norteamericano los que anularon sus opciones para hacerse con este codiciado papel cinematográfico. Robert Shaw, con el que los productores ya habían trabajado en la oscarizada película El Golpe, de George Roy Hill en1973, fue su memorable sustituto.
Steven Spielberg se hizo con los servicios de Roy Scheider para interpretar a Martin Brody en una fiesta. Les presentaron y el director les dijo que estaba desesperado porque no encontraba al actor ideal para el papel y, tras contarle a Scheider de qué iba el film, éste se ofreció inmediatamente para interpretarlo. Por cierto, la frase «Vamos a necesitar un barco más grande» fue improvisada por Roy Scheider.
El famoso monólogo de Quint, en el que cuenta su desgraciada aventura como marinero del tristemente célebre buque USS Indianápolis, muchos miembros de su tripulación fueron asediados, acosados, atacados, heridos y muchos de ellos devorados por tiburones de todas las especies, tiene varios «padres»: los guionistas John Milius y Carl Gottlieb, el novelista Peter Benchley, el dramaturgo Howard Sackler y el actor, Robert Shaw, que fué quien acabó reescribiendo casi todo el texto.
Shaw, actor inglés con 3 matrimonios a sus espaldas y 10 hijos fruto de los mismos, era un hombre con serios problemas con el alcohol. De hecho se podría afirmar sobre él y sin exagerar que era «un actor pegado a una botella”, literalmente, o si lo prefieren, “una destilería andante”.
Su primer intento de rodar el monólogo del USS Indianápolis fue un completo fiasco, ya que estaba totalmente ebrio – y acabó mezclando la historia de los tiburones, con su vida personal- . Ya de madrugada, llamó a Spielberg implorando que le dejara hacer una segunda toma. Al día siguiente, la escena le salió a la primera.
En la novela, Hooper moría devorado por la bestia dentro de la jaula en la que se sumergía imprudentemente para observarlo. Durante el rodaje, se filmó esa escena con un muñeco y un tiburón auténtico atacando la jaula, que debía romper. En un momento en que los técnicos sacaron al muñeco, el escualo consiguió penetrar en la jaula. Como esa era la única toma que tenían del animal entrando en la jaula submarina, ahora vacía, decidieron cambiar el argumento de la película y salvaron a Hooper de una muerte horrible en las fauces del terrorífico escualo tal y como había sido escrito en la novela de Peter Benchley.
Otros cambios significativos en el guion de la película con respecto a la trama original de la novela, fueron la eliminación de la relación extramatrimonial entre la amargada y frustrada señora Brody -interpretada por Lorraine Gary- y Matt Hooper -interpretado por Richard Dreyfuss-. La razón es sencilla; Tres tipos no pueden estar confinados en un barco de pesca siendo perseguidos por un gigantesco tiburón asesino mientras que uno de ellos trata de vengarse matando a otro por un lío de faldas. Argumentó Spielberg. El final de Quint también cambió, ya no emularía al capitán Ahab enredado en su propio arpón camino del averno marino, sino que ahora entre los restos de su barco, escribiría a su pesar una rúbrica épica, terrorífica, sangrienta y cruel a la aventura que había vivido en el USS Indianápolis treinta años antes. Todo pues quedaba en las manos del sheriff Martin Brody. Si quería salvar su vida y vengar las vidas arrebatadas cruelmente por el monstruo marino, se tendría que jugar el todo por el todo. Al igual que sucedía en El diablo sobre ruedas, era una hormiga contra un gigante y todo estaba en su contra, pero una vez más ocurrió lo que parecía imposible, David empuñó su honda y derribó a Goliat. El público podía finalmente respirar con alivio. Se había hecho justicia y una película entraba por la puerta grande de la historia del cine y en la memoria y en los acongojados corazones de millones de espectadores en todo el mundo, convertida ya para siempre en un clásico de la gran pantalla.
Recuerdan la famosa frase promocional de la película que decía aquello de «que ella -Chrissie Watkins- fue la primera». Bien, pues para lograr el efecto de que la chica fiestera -interpretada por Susan Blacklinie- fuese zarandeada de manera violenta y cruel por el tiburón, le ataron dos largas cuerdas a un arnés. Desde la playa, siguiendo las órdenes de Spielberg, el equipo estiraba la cuerda de la derecha y la de la izquierda alternativamente. Se dijo que rodando esa escena la cara de dolor de la actriz era real porque se había roto una costilla, pero ello lo negó posteriormente. En la primera secuencia, la de la muerte de Chrissie, se debía haber visto al tiburón pero los problemas «de salud» del pobre Bruce hicieron que se cambiase a la fuerza todo el planteamiento. Esa casualidad favoreció al largometraje. «Invitaba al público a usar su imaginación», decía Spielberg en el documental Tiburón: desde dentro. «Fue la imaginación colectiva la que convirtió a la película en un gran éxito».
Por cierto que Susan Blacklinie hace un cameo estelar en el film «1941», también dirigido por Spielberg parodiando su icónico personaje en Tiburón.
El Rodaje
Aunque la acción de la cinta fue rodada en Martha’s Vineyard -Massachusetts- transcurre en pleno Verano, parte del metraje se filmó cuando las aguas estaban aún muy frías, a principios del mes de Mayo. Otra razón para rodar la película allí era que incluso 12 kilómetros mar adentro, sólo hay 20 metros de profundidad, lo que permitía al tiburón mecánico funcionar sin mayores problemas. Los habitantes del pueblo recibieron una media de 64 dólares de 1975 como sueldo por actuar como extras gritando y corriendo por la playa.
El tiburón mecánico principal, bautizado como Bruce en honor a Bruce Ramer, el abogado de Spielberg. Durante el rodaje se hablaba del tiburón, de la máquina… y de Bruce. Eran sinónimos. El tiburón «Bruce», se hundió hasta el fondo del océano la primera vez que lo probaron. Hizo falta un equipo de submarinistas para recuperarlo. «Pensé que mi carrera se había hundido con él», recuerda David Brown. Hacían falta 14 personas para hacer funcionar al tiburón, que fallaba constantemente. El cineasta Brian de Palma, amigo íntimo de Spielberg, describió lo que sucedía tras asistir un día al rodaje: «A Bruce se le ponían los ojos bizcos y no podía cerrar bien las mandíbulas». La frase más pronunciada durante el rodaje era: «El tiburón no funciona», seguida de «Bruce no funciona». Comenzaron a rodar la película sin guion. Si bien existía un guion base, la realidad es que comenzaron a filmar la película sin libreto… y sin tiburón. Era un auténtico quebradero de cabeza. Siempre se estropeaba. Si no era por la sal del mar, era por una cuestión mecánica. Una noche el propio Spielberg, George Lucas y John Milius entonces inseparables, fueron al estudio a ver a Bruce de cerca. A Milius el tiburón le parecía demasiado grande. Spielberg manoseó los mandos y entonces George Lucas se quedó atrapado dentro de la boca del tiburón. Al final pudieron liberar a Lucas, pero habían estropeado la máquina. Según relató Milius, huyeron a toda velocidad del lugar de la travesura como niños. Los problemas con el tiburón mecánico le dieron ese tono al más puro estilo «Hitchcock» a la película: así pues dicho y hecho, como en muchas escenas no se pudo usar a Bruce, Spielberg decidió sugerir su presencia, lo que añadía un gran suspense y más tensión a la cinta.
Además de Bruce, había dos tiburones mecánicos más: uno para las tomas desde la derecha -con los engranajes y los mandos al descubierto en la parte izquierda- y otro para las tomas del lado izquierdo. Entre los tres costaron la friolera de 200.000 dólares de la época o lo que es lo mismo, unos 630.000 euros de hoy en dia. Durante el rodaje, uno de los barcos usados para la película, se hundió, cargado con los intérpretes, los cineastas y el material del film.
Mientras la nave hacía aguas por todos lados, el técnico de sonido John R. Carter gritó: ¡Salvad el equipo de sonido! ¡Que se jodan los actores!
El experto en explosivos Richard S. Edwards fue el encargado de poner la dinamita en el cuerpo del tiburón para su explosión final. Como el pez mecánico era muy estrecho y de fibra de vidrio (lo que hacía que tuviese que ir con aparatosos guantes para no herirse), llevó entonces los cartuchos…… en la boca del monstruo marino.
El Presupuesto
El presupuesto inicial de la película se disparó de los cuatro millones de dólares de la época (aproximadamente unos 12,5 millones de euros actuales) hasta los nueve millones (más o menos unos 28,4 millones de euros), y el rodaje duró 159 días, 104 más de los que se habían previsto en principio. “Estaba convencido de que mi carrera como director se había terminado”, afirmó Spielberg. De hecho tras cumplir 60 días de retraso respecto al calendario de rodaje establecido, el afamado director estuvo a punto de ser despedido, y la filmación, muy cerca de ser trasladada desde Martha’s Vineyard (Massachusetts) a las Islas Bahamas. Steven Spielberg, no estaba presente el día que rodaron la última escena del film, la de la explosión del tiburón porque pensaba que los miembros del equipo le lanzarían al agua.
Por si todo esto hubiera sido poca cosa, también hubo un pique inesperado en el plató. Todo comenzó cuando los actores Richard Dreyfuss y Robert Shaw, que habían empezado el rodaje de manera amigable tuvieron un roce entre ellos debido a que el primero lanzó por la borda un vaso del segundo para que no bebiese más. A partir de ese momento, Shaw no paró de meterse con él (incluso le llegó a amenazar con un extintor), y su relación personal fue yendo de mal en peor a medida que avanzaba el rodaje de la película.
Hay veces en las que ni las calculadoras aciertan con los números. Esto fue lo que pasó con Tiburón. En aquella época, los estudios de Hollywood, usaban una computadora programada para calcular lo que podía recaudar un film. Con Tiburón, su cifra fue entonces de unos 80 millones de dólares (más de 250 millones de euros actuales), y dijeron que era imposible. La cinta superó los 250 millones (unos 800 millones de euros de hoy) sólo en los Estados Unidos. Así pues, Tiburón se convirtió por méritos propios en la película más taquillera de la historia del Cine hasta ese momento. Dos años después, La Guerra de las Galaxias (Star Wars) de George Lucas le arrebataría el trono. Por cierto que la banda sonora de La Guerra de las Galaxias también fue compuesta por el insigne John Williams, el cual también ganó un Globo de Oro y un Grammy por su célebre partitura. Incluso en 2015 recibió otro premio, el de la Asociación Internacional de Críticos Musicales (IFMCA) por esta inolvidable composición.
Y por cierto, el bueno de Bruce, aún vive. El viejo tiburón mecánico sigue siendo una de las grandes atracciones de los parques Universal en Hollywood.
No exageraba el sheriff Brody cuando visto lo visto, afirmaba desesperado una y otra vez que «necesitaban un barco más grande».
Lo que no lograron ni las dificultades del rodaje, ni las discusiones, ni las deserciones ni las broncas ni los ahogamientos de Bruce y de sus hermanos gemelos, lo consiguieron los nervios. Al poco de concluir el rodaje, Spielberg hizo escala en Boston antes de ir a Los Ángeles. En el hotel donde se alojaba, sufrió un ataque de ansiedad y se quedó postrado en la cama. En el libro Moteros tranquilos, toros salvajes, de Peter Biskind, Spielberg relata lo mal que lo estaba pasando. «Creí que me volvía loco… allí tumbado en la cama de la habitación del hotel, solo, sudando, con palpitaciones. No podía salir de aquella dichosa habitación. Si me hubiese levantado de la cama, me habría desmayado».
Y entonces llegó el vómito mágico.- Spielberg estaba aterrorizado ante la respuesta del público a su película. Los preestrenos comenzaron en la primavera de 1975. Cada vez que asistía a uno, se tomaba un Valium por si acaso. Fue el 26 de marzo, en Dallas, cuando vivió una situación que le desconcertó. Durante la proyección del preestreno, con la brutal muerte del niño en la balsa, un espectador salió corriendo al vestíbulo y vomitó en la alfombra. Después fue al lavabo, se limpió, y regresó a su butaca. En ese instante Spielberg supo que la película sería un éxito arrollador.
Tiburón recaudó en las taquillas de todo el mundo más de 470 millones de dólares, una cifra con la que consiguió ser la película más taquillera de la historia del cine. Un récord que mantuvo durante dos años, hasta que en 1977 se estrenó La guerra de las galaxias, de George Lucas.
Los Premios
La Academia de Hollywood reconoció a la película con tres estatuillas: Oscar al Mejor Sonido, para Robert L. Hoyt, Roger Herman Jr., Earl Madery y John R. Carter; Oscar al Mejor Montaje, para Verna Fields y, por supuesto, Oscar a la Mejor Banda Sonora Original para John Williams. Tiburón fue nominada también en la categoría de Mejor Película. Los hechos que inspiraron la novela y por ende la película fueron los que han producido bajas en bañistas y civiles cerca de las costas. El más famoso de estos dramáticos sucesos fue la serie de muertes ocurridas en Nueva Jersey durante el verano de 1916, en la que cuatro personas perdieron la vida en solo doce días. Esto tuvo una enorme repercusión en la prensa y sucedió que se reunió un numeroso grupo de cazadores, pescadores y aventureros que acudieron al lugar para acabar con el presunto tiburón asesino, elemento que fue utilizado por Benchley en su relato. Además, la zona en cuestión sufrió un gran daño económico, al cancelarse hospedajes de vacaciones por valor de más de un millón de dólares. Las cacerías con dinamita y métodos de pesca dieron sus frutos con varios escualos muertos.
Volviendo a la banda sonora del film. Cuando John Williams se puso al piano para mostrarle a Steven Spielberg la melodía que había compuesto para Tiburón, el director le dijo: ¿Estás de cachondeo? ¿Eso es todo John?.
Después Spielberg rectificó: “Esa música se convirtió en el alma de la película”. Sin lugar a dudas, uno de los grandes hallazgos de la película es la banda sonora de John Williams amigo de Spielberg. El cineasta siempre ha reconocido su aportación. «Él es en gran medida el responsable del éxito de Tiburón», afirmaba en un artículo publicado en la revista Fotogramas en 1986. Tiburón ocupa el sexto lugar en el listado de mejores bandas sonoras realizado por el American Film Institute. Curiosamente, Spielberg cuando la oyó por primera vez al piano pensó que era una broma, tal y como ya hemos apuntado antes.
Con el éxito del célebre film, Steven Spielberg se compró una casa en la playa, en Malibú. Pero tardó años en volverse a bañar en el mar: estaba convencido de que los tiburones se vengarían de él por causa de su película.
El sonido que hacen los restos del escualo al hundirse en el océano es el mismo que hacía el terrible camión de la película El Diablo sobre ruedas del propio Spielberg en 1971, cuando aquella imponente bestia con ruedas se precipita y cae al abismo en el desierto. De hecho, es el rugido de un tiranosaurio que el director rescató de una vieja película de serie B.
Y hablando de ruido y de gritos; En los primeros pases de prueba con público. Spielberg creía que la gente no gritaba lo suficiente en la escena en que Hooper se tropieza con la cabeza de un hombre entre los restos de un bote de pesca hundido. Así que decidió volver a rodar esa escena pagando los costes de su propio bolsillo. Y filmó en la piscina de Verna Fields, la montadora de la película, y utilizó leche para darle al agua un aspecto más turbio y repulsivo.
El Doblaje de la Película
Como no podía ser de otra manera, si la película es un clásico del cine en toda regla, su doblaje en castellano también es magistral y se considera también un clásico, por derecho propio. Se realizó en los estudios Voz de España, en Barcelona. Dirigió y ajustó el inolvidable Arsenio Corsellas, del que hablé aquí con ocasión del artículo dedicado a 007. Las voces protagonistas fueron para Dionisio Macías (Jefe de Policía Martin Brody), Arsenio Corsellas (Samuel Quint), Antonio García Moral (Matt Hooper), Elsa Fábregas (Ellen Brody), Rafael Luis Calvo (Alcalde Larry Vaughn), Constantino Romero (Agente Lenny Hendricks), Carmen Robles (Polly, la secretaria del Jefe Brody) y un gran elenco restante. A Peter Benchley (Un reportero) le prestó su voz Juan Comellas y Francisco Garriga haría lo propio con Carl Gottlieb (Meadows). En el año 2003, la productora encargó un nuevo doblaje en castellano para la edición especial en DVD que se iba a lanzar al mercado y saltó la polémica. Este segundo doblaje, muy bien hecho por cierto, se realizó en los estudios Exa, en Madrid. Dirigió y ajustó Rosa Sánchez y contó con un gran elenco de profesionales para la ocasión. Paco Hernández (Samuel Quint), Juan Antonio Gálvez (Jefe de Policía Martin Brody), Salvador “Pachi” Aldeguer (Matt Hooper), Paloma Escola (Ellen Brody), Gloria Núñez (Chrissie Watkins), Iñaki Crespo (Agente Lenny Hendricks), Manuel Bellido (Meadows), Roberto Cuenca Martínez (Alcalde Larry Brown), María Teresa Neila (Polly), Fernando Cabrera (Un reportero) y un gran elenco restante. Para algunos esto fue algo imperdonable. Para mí, simplemente se trataba de mejorar la traducción al castellano, cosa que se logró plenamente y se consiguió una adaptación realmente buena. Por lo demás , era muy complicado, de hecho era imposible reunir después de veinticinco años al elenco original de voces y se optó por otros actores. El resultado es muy bueno a mi modo de ver y se hizo con gran dignidad. De hecho no podía haber mejor homenaje a quienes habían doblado en castellano la película en 1976. Yo tengo las versiones con los dos doblajes y los extras de otra edición especial y me gustan ambos. Son iguales y a la vez, son distintos porque las épocas en las que se grabaron son completamente diferentes pero respetando el sentido de la primera. De hecho, la asignación de los registros de las voces en versión castellana en relación a los personajes en pantalla son iguales en uno y en otro doblaje. Me explico: Martin Brody (voz grave), Matt Hooper (voz media), Samuel Quint (voz muy grave), Ellen Brody (voz grave), Alcalde Larry Brown (voz grave) y así sucesivamente, de hecho a los niños los doblan mujeres, una tradición habitual en la profesión desde 1930-31 hasta la fecha. A unos les gustará más el primer doblaje, a otros tal vez les guste el segundo o tal vez lo odien. A mí, insisto, me gustan los dos.
Con todo, esta es una historia realmente curiosa. ¿Verdad amigas y amigos?
Espero que hayamos «destripado bien a este pedazo de cab… quería decir pedazo de boquerón» que diría el bueno de Quint… Y también espero que hayáis disfrutado de esta aventura. Porque este rodaje fue una odisea y una auténtica aventura.
Sin la revista Fotogramas, sin la biblioteca municipal y sin la Wikipedia, habría sido imposible redactar contar esta historia. Y como siempre te digo, ve al cine, vive y disfruta del Séptimo Arte. Ya sabes que si amas el cine, amas la vida.
Cuídate mucho por favor, te necesito para que leas nuestra próxima historia, No es que seas importante, que lo eres, es que eres imprescindible.
Muchas gracias por leerme, por leernos y nos vemos aquí de nuevo. En La Tribuna de Madrid Norte.